31 mayo 2008

Luces y sombras de la gestión Bernales


Logró levantar el prestigio de Carabineros frente a la opinión pública. Cultivó estrechas relaciones con todo el espectro político y generó una sensación de eficiencia, cercanía y popularidad como ninguno de sus predecesores recientes. Pero también instaló un punto negro alrededor de los excesos policiales, especialmente en la zona del conflicto mapuche, así como en la represión de las manifestaciones públicas.

por Felipe Saleh

No es que todos los muertos sean buenos, pero mientras fue General Director de Carabineros nadie hablaba mal de José Alejandro Bernales. Su muerte es tan cinematográfica como la frase que dijo en octubre del año pasado, cuando uno de sus hombres murió baleado en el asalto al banco Security. "No se duerman porque los vamos a encontrar", fue el mensaje que envió a los delincuentes, entre los que hay ex lautaristas. Hasta ahora, de esos cinco asaltantes, tres han sido capturados. El trabajo de inteligencia fue una de las áreas en las que estuvo en los '80, donde tuvo una labor secundaria canalizando información entre carabineros y los servicios de seguridad durante el secuestro del Coronel (r) Carlos Carreño.

Graduado como subteniente en la rama de Orden y Seguridad, su mirada siempre estuvo en la calle y trabajó especialmente para controlar la delincuencia. "El general Bernales traspasó los limites del trabajo y me dio una amistad muy sincera", dijo emocionado el Fiscal Nacional Sabas Chauán. Los dos se hicieron amigos cuando Chauán estaba a cargo de la zona Occidente de la Fiscalía.

Quemándose las manos

"La esencia del carabinero" como lo describió el fiscal, se manifestó en su carácter accesible, sencillo y franco, que lo acercó estrechamente a Ricardo Lagos. Fue jefe de seguridad del ex presidente durante la campaña presidencial y edecán de su esposa, Luisa Durán. La sintonía se mantuvo altamente fiel con este gobierno. En el contexto de la "revolución pingüina", en mayo de 2006, Bernales destituyó al jefe de Fuerzas Especiales. "No quiero excesos", dijo con la voz golpeada, la misma que usó también para defender al jefe de la escolta presidencial, Aldo Vidal, sorprendido en mal uso de un auto fiscal. El general lo reubicó en otra división, desafiando a quienes dijeran que se "quemaba las manos" por un subordinado. "Me las quemé dos veces", añadió.

Probablemente el carisma de José Alejandro Bernales, influya en el 57% de aprobación que tiene Carabineros según la encuesta de los cinco centros de estudio más importantes, publicada hace dos semanas.

Catrileo, Cisternas y el fotógrafo

Pero eso no quita que en su gestión, marcada por el concepto de "cercanía" con la comunidad, haya significado en muchos casos el aumento de la violencia policial. Durante las últimas protestas del 21 de mayo, el fotógrafo Victor Salas fue gravemente herido en un ojo por un carabinero. Bajo su mando murió el obrero forestal Rodrigo Cisternas en mayo del año pasado. Bernales se cuadró con los efectivos que, según él, "actuaron ante un hecho flagrante", en alusión a los manifestantes que cortaban un camino en la VIII Región.

El punto débil de la "era Bernales" en términos de la imagen benévola que quedará del fallecido general, está precisamente en la inusitada violencia que la policía ha utilizado en contextos emblemáticos como el conflicto mapuche. Distintos organismos internacionales y organizaciones de Derechos Humanos lo han acreditado, en visitas recientes a la zona de la Araucanía. Uno de los episodios más cercanos ocurrió en enero de este año. El estudiante Matías Catrileo, murió después de recibir la bala de un carabinero que cuidaba el fundo del empresario Fernando Luchsinger.

El informe de Amnistía Internacional sobre la situación chilena en el último año, publicado hace poco, consigna el allanamiento en julio de 2007 a la comunidad mapuche de Tenucuicui, cerca de Ercilla, en la Novena Región. Ahí la policía disparó gas lacrimógeno, balas de goma y fuego real contra miembros de la comunidad, que iban desarmados. "

5 comentarios:

Colomba dijo...

Ocurre en el pais en el que vivimos con la historia que tuvimos, al menos a mi me pasa, que cuando veo en las noticias la muerte de un carabinero o militar y como en el caso de Bernales, se echan tantas, tantas flores no puedo evitar pensar y preguntarme (juzgar) ¿cual habra sido su participacion en dictadura?. Finalmente sera proque ellos mismos hicieron que los detestaramos, que les tengamos miedo, que no podamos sentir cariño por los uniformados.
Y seimpre es un agrado que existas tu quien a tu manera, nos informas de esas cosas que a una como que la dejan en dudas.
Gracias por esta nota, por las confirmaciones finales de que todavia no hay "carabinero bueno".
Saludos!!

Karen dijo...

"Fue jefe de seguridad del ex presidente durante la campaña presidencial y edecán de su esposa, Luisa Durán." Está equivocado el comentarista... ese fué el comandante Tapia, también fallecido en el accidente de Panamá.

Equivocarse tan cerca y tan lejos da para pensar que es bueno dedicarse a otra cosa...

Anónimo dijo...

La muerte del general director de Carabineros José Bernales, en un accidente aéreo, no puede llevarnos a eludir la pregunta: ¿qué estaban haciendo los oficiales y sus esposas en ese helicóptero?
(Por Alejandro Kirk.)

Los cuerpos de los oficiales de Carabineros, de la policía panameña y de los pobrecitos que murieron mientras almorzaban en tierra están, por decirlo de algún modo, aun tibios tras la caida del helicóptero el jueves, y merecen respeto: esta es la hora del rito y de condolencia con las familias.

¿Sería por eso de mal gusto preguntar, justo ahora, qué andaban haciendo los oficiales y sus esposas en ese helicóptero? Como aquí de eso nadie ha dicho una palabra, la respuesta está en los diarios panameños: aparentemente hacían shopping en la famosa Zona de Libre Comercio de Colón.

Un lector del diario El Siglo de Panamá pregunta: “¿Qué tiene que ver la Zona de Libre Comercio con los acuerdos de capacitación entre la policía chilena y la panameña?”. A veces las tragedias descubren icebergs.

Y visto que hace poco a un oficial de Carabineros lo expulsaron de la guardia presidencial por usar su auto de servicio para transportar a su esposa, y una viceministra debió renunciar a su cargo por transportar frambuesas en el valijero del suyo, cabe preguntarse algo más: ¿a cuenta de quien viajaron las esposas a Panamá?

En fin, no es tal vez el momento, pero siento un poco de bochorno por la conmoción que este accidente trágico ha producido en el gobierno y en los medios de comunicación, que emocionados describen la gestión de Bernales como la que devolvió los carabineros a la comunidad.

Es verdad que los carabineros se han vuelto en general más simpáticos y eso no puede ser una coincidencia. Ahora los pacos más jóvenes sonríen, son más educados, espontáneos, participan más en actividades humanitarias y seguramente todo se debe a una política deliberada impulsada por el gobierno y por Bernales.

Pero esta impresión no pasa de ser la experiencia personal de alguien que no parece habitante de La Legua o de una comunidad mapuche, no tiene el acento equivocado al hablar, no es estudiante en huelga ni es un fotógrafo cubriendo la labor de las fuerzas especiales.

Porque hay una gigantesca diferencia entre la actitud amable de los pacos del tránsito, los de seguridad ciudadana o los que asisten a los damnificados de Chaitén, y aquellos que reprimen las manifestaciones o custodian los fundos en las zonas mapuche y no vacilan en disparar.

Al escuchar sus declaraciones, entre paternales y amatonadas, siempre tuve la impresión de que Bernales se consideraba a sí mismo magnánimo por no ordenar una represión salvaje. Él se cuidaba de aclarar que para hacerlo tenía medios y atribuciones, pero que decidía no usarlos.

También era obvio que tenía muy en alto el concepto militar de lealtad irrestricta con su gente, en toda circunstancia, cosa que le debe haber granjeado popularidad interna, pero que es un atributo dudoso para una fuerza cuyo trabajo no es con “el enemigo”, sino con la población civil.

La mayoría de la población, según las encuestas, tiene una buena impresión de los pacos. En otros países uno prefiere encontrarse con un delincuente que con un policía, y sin duda ese no es el caso de Chile. Aquí no hay que pagar coimas ni te roban el dinero cuando revisan documentos.

Sin embargo los ghettos del apartheid chileno seguramente tienen otra imagen corporativa de “la institución”. También los 1.500 estudiantes que, según la FECh han sido detenidos en las jornadas de protesta contra la nueva ley de educación que promueve el gobierno.

El periodista Felipe Saleh, en El Mostrador, informa que el general José Alejandro Bernales cumplió en los años 80' labores de inteligencia. Los años 80, si mal no recuerdo, eran años de dictadura, de rebelión armada y de represión, que siempre deben entrar en el balance de las instituciones y las personas, vivas o muertas.

Anónimo dijo...

No todos los muertos son buenos

(Tito Tricot)

Estalló en una letanía de jirones ámbar, dicen, en cielo ajeno, lloran. Y llevan días lamentando la muerte de un policía ejemplar, dicen. Pero, a pesar de la pompa y circunstancia y de los rostros desencajados en medio del frío otoñal, la historia verdadera nos acribilla con las muertes del muerto general. Porque, en las alturas de Panamá, en ese brutal instante de fuego, se desató la mayor tormenta de estrellas fugaces que se recortaron cristalinas en la cordillera de Nahuelbuta tiñendo de añil la lluvia mapuche. Fue un estallido descomunal que estremeció la mirada de Alex Lemun y Matías Catrileo, jóvenes mapuche asesinados por los hombres del general Alejandro Bernales. Ellos no supieron de la mesura y humanidad que, dicen, caracterizaba al general; tampoco de la ingente generosidad que, dicen, prodigaba el general, pues la vida se les escabulló ineluctablemente enceguecidos por una lluvia de estrellas azules, pero tan brillantes que, a pesar de los esfuerzos de la clase política, opacarán para siempre la impecable, dicen, hoja de vida del general.

Pero no son sólo los políticos, sino que también los medios de comunicación que, concertados en la apelación al dolor, han ungido como héroe a un general de carabineros que sembró el terror en territorio mapuche cuando fue jefe de la IX zona de Carabineros de la Araucania. Fue el responsable operativo de la política de criminalización del movimiento mapuche impulsado desde el gobierno de Ricardo Lagos y, como tal, el gestor de la militarizacion de las comunidades consideradas conflictivas. La resultante de dicha política fueron los allanamientos masivos, las golpizas a los comuneros, las detenciones arbitrarias, todo en connivencia con la fiscalía pública que formulaba cargos increíbles basados en la Ley anti-terrorista. El mapuche luchaba por sus derechos colectivos como pueblo, el gobierno ordenaba la represión y el general Bernales, obsecuentemente, reprimía a hombres, mujeres y niños por el simple hecho de ser indígenas. Como ha sido siempre. Entonces, cuesta entender que se diga sin vergüenza que “fue un Oficial de profundos valores humanistas y cristianos, que privilegió el trabajo en equipo, el profesionalismo, la integración con la comunidad y la preocupación por el bienestar de los carabineros y sus familias”. ¿Dónde estaban los valores humanistas entre los helicópteros, las tanquetas y los gases lacrimógenos que aterraban a las comunidades? ¿Dónde estaba la integración con la comunidad mientras en Temucuicui se realizaban violentos allanamientos en las madrugadas? ¿Dónde estaba el cristiano general cuando a Alex, de apenas 17 años, le clavaron para siempre al viento con un balazo en la nuca? ¿Dónde cuándo a Matías, de meros 23 años, lo crucificaron sin apelación alguna a la oscuridad, y cobardemente por la espalda? La respuesta es clara, aunque les duela a los dolientes de uniforme y de civil que lo quieren transformar en santo: estaba dando las órdenes para reprimir a un pueblo digno.

El general del terror

Hoy nos hablan de un oficial cercano a sus hombres, cercano al pueblo llegando, incluso, a calificarlo como el “general del pueblo”. Sin embargo, el utilizó el terror de manera sistemática en las comunidades, impuso el miedo y la incertidumbre, violó los derechos humanos de millares de mapuche. Eso, claro, parece que a pocos les importa, pues en el arrebol de la tragedia de Panamá, se cantan sus glorias, se hiperbolizan sus virtudes, se minimizan sus defectos y se esconden sus crímenes, porque la vida de un indígena vale menos que la vida de un carabinero. Y, sobre todo, porque persiste una subyacencia racista en la cultura dominante que obnubila los sentidos; pero también clasista, ya que este peculiar general del pueblo, no sólo se reprimió a los mapuche, sino que a todos los sectores sociales que osaron expresar su disconformidad con el gobierno. De su violencia supieron y sufrieron los estudiantes secundarios y universitarios, los trabajadores subcontratistas del cobre, los pescadores artesanales, los trabajadores forestales y de la salud, entre otros. No obstante, jamás hubo banderas a media asta ni se decretaron tres días de duelo nacional por el asesinato de Rodrigo Cisternas, obrero forestal acribillado por carabineros durante una huelga. Ni por Lemun ni por Catrileo. Nunca. Entonces nos asiste la sospecha de que detrás de la urgente iconización y canonización del general Bernales se esconde el más profundo racismo chileno. Además, por cierto, de la entronización de una política de la desmemoria que se acerca peligrosamente a la impunidad en un país donde, a pesar de lo que se nos quiere hacer creer, no todos los muertos son buenos.

Anónimo dijo...

José Alejandro Bernales no es el "noble funcionario" que los medios se esmeran en mostrar, ni menos un hombre de principios humanistas cristianos, el fallecido director general hizo carrera en el periodo más oscuro de la dictadura y es a fines de los 70's es asignado a la 29ª Comisaría de Fuerzas Especiales y más tarde a la Dirección de Inteligencia de Carabineros, haciendo carrera en la institución represora durante los oscuros años 80's.

No es hasta el año 92 que logra ser nombrado general y asignado a la zona VII Zona de Maule primero y luego a la IX de la Araucanía, lugar donde es conocido por su bestialidad en la lucha contra el pueblo Mapuche. Cuando finalmente es nombrado Director General, son resaltados en el los "logros" obtenidos en lo que llamarían su misión "pacificadora" de la Araucanía, resaltando en sus atributos los conocimientos en el tema y en las labores de inteligencia policial. Conocido por sus intervenciones en política, su posición fascista sobre la comunicación, la sociedad y la democracia, Bernales se caracterizó por la dureza contra los conflictos sociales y conocido son los resultados de su gestión en esa materia.

Durante su gestión son asesinados el obrero forestal Rodrigo Cisterna, acribillado a balazos en las afueras de la Forestal Arauco, es abatido por la espalda el estudiante universitario Matías Catrileo, luego de una ocupación pacífica de unos terrenos privados resguardados por la policía y muere luego de una brutal golpiza propinada por la policía en Pudahuel, el joven Jonny Cariqueo Yáñez. Es a lo largo de su mandato que se suceden una serie de violaciones a los derechos humanos de todos quienes son detenidos en las manifestaciones por demandas de justicia social y tienen el infortunio de pasar por las manos de sus Fuerzas "Especiales" . Días de duelo nacional, misas, declaraciones, una verdadera teleserie para los próximos días. No va a faltar el que pida que lo beatifiquen.