25 septiembre 2006

Gracias por la danza


Acaba de fallecer el coreógrafo chileno Patricio Bunster. Una de las personas más vitales, brillantes, exigentes y comprometidas que he tenido la oportunidad de conocer. Su carisma, amor por su actividad y profundidad de mirada era tal que estuve a punto de abandonar la carrera de sociología y cambiarme a danza luego de las múltiples conversaciones que sostuvimos en torno a la contingencia politica, el arte y, claro, la fuerza transformadora de los sujetos, individuales y colectivos, cuando entran en contacto con la danza.

Acá va mi breve y apurado homenaje al Maestro Patricio Bunster.
Un abrazo, Manuel.
------
GRACIAS POR LA DANZA

En nuestros tiempos “post” se ha diagnosticado el “fin de la historia” como el término de la posibilidad de generar proyectos colectivos de emancipación. Qué visión más sospechosamente conveniente para las políticas individualistas neoliberales que requieren del olvido social para operar sin contrapeso. Y qué dictamen más lejano de las reales posibilidades que tienen los pueblos para crear mayores espacios de libertad e igualdad. Baste como medio de prueba un solo ejemplo de vida que encarna esta potencia realizadora de la humanidad: Patricio Bunster.

En la cuarta década del siglo XX, Patricio cursaba cuarto año de Arquitectura. Sin embargo, el impacto que le provocó ver la actuación del Ballet de Kurt Jooss fue de tal magnitud, que decidió dar un giro a su vida, convirtiéndose en uno de los primeros estudiantes de la Escuela de Danza en Chile. Fundado el Ballet Nacional Chileno en 1945, Patricio se desempeñó como solista en múltiples obras, como Coppelia, Rey Dosselbart, Leyenda de José, Gran Ciudad, Baile en Antigua Viena, La Mesa Verde y Juventud. En 1951 fue solista además del Ballet de Jooss y bailó en Alemania, Bélgica, Holanda, Suiza e Islas Británicas. Luego, siguió estudios intensivos en Londres con el maestro de la danza moderna, Sigurd Leeder.

En 1954 regresó a Chile y asumió como solista y subdirector del Ballet Nacional, hasta 1964, aportando con sus propias coreografías a la danza nacional: Bastián y Bastiana, Calaucán, Surazo, Capicúa 7/4, Amatorias, Uka Ara, La Silla Vacía, Catrala Desciende, Los Siete Estados, Aurora, Las Tres Caras de la Luna y Vindicación de la Primavera. Participó activamente en la Reforma Universitaria democratizando la Escuela de Danza de la Universidad de Chile, donde fue elegido por académicos y estudiantes como su Director.

El diseño formativo de Patricio era inédito para la danza, pues su plan de estudios contemplaba una etapa preparatoria a nivel de las comunas del país, seguida de una etapa básica común de tres años en la Escuela, que culminaba con un período de especialización conducente al título de Instructor, Profesor, Bailarín, Coreógrafo o Especialista en Notación. Patricio vinculaba, además, el Taller Coreográfico con las giras nacionales, lo que permitía la inserción rápida de la creación artística de punta en la realidad y el público nacional. De este modo se generaron diversas obras de Hilda Riveros, Rob Struyf, Joachim Frowin, entre otros, y del propio Patricio, que las creaba para el Ballet Popular que fundara Joan Turner, viuda de Víctor Jara, y quien fuera su compañera durante años.

Producido el golpe militar Patricio salió al exilio a la República Democrática Alemana, donde trabajó hasta 1985 como profesor de danza moderna y coreógrafo en la Escuela Palucca de la ciudad de Dresden y como director de movimiento de montajes teatrales. De aquella época son sus coreografías A pesar de todo, Tui Sum, Saludo para Amadeo, Porque tenemos sólo una vida y Relumbrará su sombra, que se estrenó en el Ballet de la Opera Cómica de Berlín. Por su labor docente y creativa recibió innumerables distinciones, siendo elegido en 1984 miembro correspondiente de la Academia de las Artes de Berlín. Trabajó como coreógrafo invitado en el Ballet Nacional de Cuba, en el grupo de Danza de la UNAM de México, en Noruega y Costa Rica, y dictó cursos en Alemania Federal y en el Laban Centre de Londres.

Apenas la dictadura levantó en 1985 la prohibición para su regreso, Patricio, junto a la maestra Joan Turner, fundó el Centro de Danza Espiral, donde retomó la formación de Intérpretes, Coreógrafos y Profesores de Danza, así como la difusión de la danza a los sectores marginados de la sociedad. Su labor creativa no la interrumpió a pesar de ser un octogenario y a partir de 1988 participó como actor de reparto en numerosos filmes nacionales, siendo memorables sus roles en La Frontera, Sub Terra y El Chacotero Sentimental.

En 1995 recibió el Premio Municipal de Arte, en 1996 diseñó la carrera de danza de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano siendo su Director desde entonces, y en 1997 fue condecorado con la Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral en el Grado de Oficial. En 1998 fue elegido Miembro Correspondiente de la Academia de las Artes de Sajonia y el 2004 obtuvo el Premio Altazor.

Contagiado por su carisma fui uno de los tantos que tomó cursos de danza en el Espiral. Ahí pude sentir el goce del movimiento, de la coordinación de individualidades que logran conformar un todo organizado y armónico. En ocasiones lo acompañé a establecimientos educacionales populares y pude comprobar la transformación en acto del mundo de la vida de aquellos niños y jóvenes al entrar en contacto con la danza y cómo ésta resulta clave para la conformación de la memoria colectiva, esencial para la constitución de sujetos de cambio que, para llegar a ser tales, deben dotarse de un “nosotros” que les permita salir del desánimo y la amargura de quien ha terminado por creer que está sólo en el mundo.

Recientemente nos hemos enterado de tu fallecimiento. Pero el amor a la humanidad que entregaste no tiene punto de término. Con personas como tú la historia de las sociedades siempre se movilizará hacia nuevos horizontes y ya vemos como tus coreografías son bailadas por otras generaciones que construyen ese mundo común en que todos y todas llegaremos a ser auténticamente libres e iguales. Gracias Patricio por guiar nuestros pasos. Gracias por la danza.

Archivo de la columna en La Nación (pdf)
Sobre El Espiral y Patricio (pdf)