30 marzo 2010

Chile vivió hace 25 años un "marzo muy duro"

Manuel Guerrero, hijo del profesor homónimo degollado junto al sociólogo José Manuel Parada y el artista plástico Santiago Nattino, recordó las coincidencias de "un marzo muy duro", a 25 años del crimen de su padre, uno de los más crueles de los cometidos por la dictadura militar.

    "Partimos marzo de 1985 con un terremoto, continuó con el asesinato de los hermanos Eduardo y Rafael Vergara, Paulina Aguirre y el degollamiento de Manuel Guerrero, José Manuel Parada y Santiago Nattino", cometidos bajo estado de sitio. En diálogo con ANSA, Guerrero dijo que 25 años después "nos toca este terremoto (27 de febrero, NDR) y el homenaje a estos distintos crímenes que hubo entre el 29 y 30 de marzo nuevamente bajo un gobierno de derecha, una derecha que ni siquiera como promesa de campaña fue capaz de hacer un reconocimiento de errores y horrores que amparó bajo dictadura".


    Destacó que los hermanos Vergara siguen sin justicia "y en el caso de mi padre cumplen condena los autores materiales, pero nunca han llevado a tribunal a los autores intelectuales, entre ellos el alto mando de Carabineros de esa época".


    Guerrero dijo recordar al mismo tiempo que siendo un niño de 14 años recibió también una inmensa solidaridad de parte de la Iglesia Católica, de organizaciones de profesionales, artistas, sindicatos, juventudes de movimientos políticos "que sirvieron de colchón, de contención afectiva y de apoyo para la exigencia de justicia".


    Este aniversario, declaró a ANSA, "me encuentra en la misma situación de convocar a los jóvenes a asumir su compromiso social en forma muy responsable, crítica pero constructiva, de asumir que sólo con organización social vamos a sacarnos de encima el temor y la desidia".


    Lamentó que el país no cuente hoy con "liderazgos" como los que "ejerció mi padre organizando a los profesores cesantes; José Manuel Parada, sociólogo, buscando los argumentos; Santiago Nattino diseñando los logos de la Central Unica de Trabajadores, de los organismos de derechos humanos, de profesionales. Ellos se volcaron al espacio público y se entregaron de lleno a la transformación social. Hoy día eso existe, pero en forma fragmentada, y necesitamos reencontrarnos en la plaza, en la asamblea, en la reunión".


    Sobre la muerte de los tres profesionales, Guerrero señaló que fue un crimen de terrorismo de Estado, pero además, en el caso de su padre, de venganza, por cuanto era el único sobreviviente de los centros clandestinos de tortura de 1976.


    El 29 de marzo, Guerrero -que había pasado a la clandestinidad- fue a ver a su hijo a la entrada del colegio Latinoamericano, donde también era apoderado José Manuel Parada. Fueron detenidos y llevados al mismo recinto de Carabineros donde el dirigente de los maestros había sido torturado en 1976.


    Le sacaron todas sus uñas, le rompieron la frente a culatazos, quemaron con cigarrillos sus orejas y el 30 de marzo lo degollaron con un corvo. "Fue una revancha lo más brutal al amparo del terrorismo de estado. Pero no lograron su objetivo porque no pararon las movilizaciones para derrocar a la dictadura", rememoró Manuel Guerrero hijo, actual concejal por la comuna de Ñuñoa.


Amnistía Internacional