24 marzo 2009

Un nuevo marzo. Invitación para compartir la Memoria


TODOS LOS DÍAS, TODA LA VIDA
Acto por la Memoria, Sábado 28 de marzo, 18:00 a 21:00 hrs.
Av. Los Leones con El Vergel, comuna de Providencia
Frontis ex Colegio Latinoamericano de Integración.

En las últimas semanas, meses y en algunas partes hace un par de años, una curiosa pero eficaz plaga ha atacado a muchísimos árboles. Se trata de la aparición del xanthogaleruca luteola, conocida como la vaquita del olmo, coleóptero pequeñísimo de color amarillo verdoso con manchas oscuras. Su daño comienza en la brotación invernal, se alimenta de las hojas de los árboles dejándolas como tul y transparentes, secos por dentro, sin sombra. Por ello, estos árboles son muchas veces arrancados, pues se cree que han muerto y se les considera un estorbo para el diseño paisajístico de la ciudad.

¿No hay una vaquita del olmo también actuando en nuestra Memoria social, con nuestra relación al pasado? Hay un coleóptero pequeñísimo pero muy efectivo que se ha alojado poco a poco en nuestras prácticas de vivir la vida en sociedad como si ésta hubiese comenzado hoy, como si todo lo bueno o malo que disfrutamos o padecemos no tuviera un antecedente, acaso un soporte invisible aún existente, que está ahí debajo de nuestro transcurrir cotidiano y respira, como los olmos, con dificultad pero que a pesar de su muerte no ha muerto.

Algo de ello creo que hay en la nominación del senador Jovino Novoa como Presidente del Senado, segunda autoridad de nuestra República, activo partícipe del régimen de terror de los Generales Augusto Pinochet y Manuel Contreras, y que jamás ha mostrado el más mínimo arrepentimiento o siquiera ha ensayado un proceso de discernimiento, evaluación y reflexión responsable sobre aquel período nefasto de nuestra historia. Algo de vaquita del olmo ha de haber en nuestras instituciones democráticas cuando, como el día 17 de marzo en curso, por nueve votos en contra y dos a favor, se rechazó legislar, esto es, ni siquiera discutir la iniciativa legal que declaraba imprescriptible e inadmistiable el genocidio, los crímenes de lesa humanidad y de guerra. Los senadores Allamand, Bianchi, Espina, García, Horvath, Larraín, Novoa, Pérez y Procurita en forma activa, y un número relevante de otros senadores democráticos en forma pasiva, por ausencia en el hemiciclo, han reafirmado a Chile en su lugar prehistórico respecto del avance de la humanidad en materia de derecho internacional y derechos humanos.

¿Cómo combatir esa plaga que vuelve transparente todo, que nos deja sin espesor, vacíos de pasado y memoria, siendo que una relación abierta y crítica hacia el pretérito permitiría llevar al presente a nuevas posibilidades de ser, más fraternas, justas y dignas, distintas a la repetición idiota de la negación de lo ocurrido por medio de la falta de toma de medidas institucional para que el Nunca Más no sea solo una consigna política correcta, sino una realidad palpable, transmisible, verificable y monitoreable? Cuestionarnos nuestro aquí y ahora a contraluz de lo que pudimos ser y de lo que fuimos como sociedad, de los intentos truncados, de las generosidades que no llegaron a puerto y de las pequeñas grandes victorias humanas, de las vidas vividas y arrebatadas, de esos nuevos inicios de sociedad que quedaron a mitad de camino por el terrorismo de Estado es un antídoto necesario y deseable para darnos una posibilidad a nosotros mismos, para no perecer en nuestras propias manos irresponsables con el pasado silenciado y, por tanto, con la falta de futuro común que depende de lo que nosotros hagamos aquí y ahora.

Estas reflexiones las realizo cuando estamos próximos a cumplir otro 29 de marzo de 1985, fecha en que Manuel Leonidas Guerrero Ceballos, José Manuel Parada, Santiago Nattino, Eduardo y Rafael Vergara, así como Paulina Aguirre Tobar, fueron asesinados por funcionarios de instituciones de Orden y Seguridad de la Nación. Sus nombres están ahí hoy, como árboles aparentemente secos, con hojas transparentes queriendo dar sombra fresca a quien se asome y se deje rozar por sus historias de vida, que por debajo de los nuevos recorridos de buses, líneas de metro, corredores de cemento, medios de pago, y una infinidad de detalles de este presente continuo, nos llaman a no olvidar el valor intranzable de la libertad de pensamiento, la pluralidad, el ejercicio de derechos, el goce de la libertad y la creación humana, el valor de la resistencia ante la opresión, la valentía modesta del ciudadano comprometido con el destino colectivo. El valor de la democracia como algo que se conquista con heroísmos cotidianos y que no se deja amedrentar por técnica de muerte.

Les escribo para invitarlos a hacer juntos el trabajo de la Memoria, no dejemos de hacerlo. Toda plaga tiene su conjuro y al Gran Olvido se le combate retomando el hilo, completando la fila vacía, transmitiendo, contando, narrando, dejándose asistir por el otro que no está, pero a quien se le da la posibilidad de ser, también hoy, a través de un rito, de compartir, de mezclarnos bajo sus ejemplos, y salir más propios, más dueños de nosotros mismos, más reconocibles, plurales, no réplicas secas, sino árboles vivos.

De modo concreto, junto al colectivo de la memoria Ciudad Elefante, te invito a compartir una Mesa que armaremos en el frontis del ex Colegio Latinoamericano de Integración, en Av. Los Leones con El Vergel, en la comuna de Providencia, este Sábado 28 de marzo, entre las 18:00 y las 21:00 hrs., en la que comeremos juntos/as al aire libre un sencillo pan con mantequilla y jugos, cantaremos y leeremos poemas, recordaremos y nos volveremos a comprometer con los Manueles que fueron secuestrados de ese lugar, por agentes del Estado dictatorial, hace 24 años atrás para luego aparecer degollados. Celebraremos la vida comprometida, en familia, en comunidad. Y me encantaría que pudieras estar ahí con nosotros. Para encontrarnos nuevamente. Todos los días, toda la vida.

Un abrazo fraterno,

Manuel Guerrero Antequera
mguerrero@uchile.cl