01 diciembre 2007

Disquito para el fin de semana (Tears for Fears)



Para un fin de semana que se viene con mucho calor, y para sobrevivir y protegerse de las "27 horas de amor" de la mercadera Teletón, recomiendo escuchar de cabo a rabo el disquito The Seeds Of Love, del grupo británico Tears for Fears. Dado a luz en agosto de 1989, por el carismático duo Roland Orzabal y Curt Smith, acompañados por un conjunto de músicos de primer nivel, se trata de un disco sofisticado pop que te hace recorrer distintos estados de ánimo. Los Tears for Fears muestran con este disco que se puede hacer música de ventas sin abandonar la calidad musical y el contenido de las letras.

El disco abre con el intenso Woman in Chains, que asume la temática de género en su letra, y cuenta con una limpia y fuerte batería de Phil Collins, quien antes de dedicarse a su carrera solista mercadera había participado por años como el batero del grupo de jazzrock progresivo Brand X, y claro en Genesis. Escuchen por favor las líneas del bajo de Pino Palladino y la voz negra de Oleta Adams. La voz masculina de Orzabal hace la reflexión sobre la situación de la mujer amada, que está atada a su Gran Esperanza de Hombre Blanco, que la niega y anula manteniéndola atada, y ella ama pero es incomprendida y se sume en una vida monótona. Y la conclusión es solo una, y Orzabal se atreve a insinuarla hacia el final de la canción, "so free her", déjala libre, déjala Ser... para que seamos juntos, el sol y la luna, the sun and the moon...

Sigue el Bad man's song, la canción del hombre malo, que combina un piano jazzero con líneas vocales pop, todo muy bien logrado, ahora con la batería africana parisina de Manu Katché. Orzabal insta a abandonar la defensa de la libertad de expresión si no hay nada que expresar, si no hay espacio para protestar. Libertad de expresión sí, pero para que haya espacio a la diferencia, a la trangresión, a la libertad: "Mírate a ti mismo - mira como mientes / Tus manos comienzan a temblar y no sabes porqué". Si en Woman in Chains se trata de dejar ser libre, ahora es el momento de hacerse libre, de asumir la libertad propia para protestar.

El tema siguiente es el Sowing the Seeds Of Love, que se basa en el Soy una Morsa (I'm The Walrus) del maestro Juanito Lennon de los Beatles. Es una canción homenaje a la estética psicodélica de los sesenta. Es un guiño a esa generación, a retomar el impulso, la iniciativa, la creatividad. Orzabal le canta a quienes se han dejado guiar por Mr. Inglaterra, con Margaret Tatcher en la testera:"es hora que te comas tus palabras / trágate tu orgullo / abre tus ojos".

Pero el disco no se detiene ahí, y se recupera con el aviso para un joven corazón, Advice for a Young Heart: pop directo adolescente del bueno, con cortinas de sintetizadores y coros limpios, hablándole a los jóvenes que no dejen morir su tiempo, que lo vivan intensamente, le den un contenido. Luego Orzabal entra a la crítica social con el tema Standing on the corner of the third world, Parado en la esquina del tercer mundo, y Swords and Knives: después de recorrer las maravillas de la vida liviana para un turista de América Latina o el Caribe, el occidental consciente rompe con las promesas de paz que occidente le vende al tercer mundo, la dominación bajo el signo de la caridad. Las presiones de los organismos internaionales sobre nuestras economías que "prestan" esperando el retorno con intereses, eso es ayuda?, se pregunta Orzabal, parándose en alguna de nuestras esquinas y concluyendo la canción sumido en un llanto de decepción: "Cuándo aprenderemos?/ En qué nos convertiremos? / Las promesas que nos hicieron / Que llamaron nuestra atención / La compasión ahora es moda / Libre para lucrar / Pero nuestros bolsillos arderán / Porque compramos para amar / y así morimos... Afírmame, estoy llorando / Sosténme, que muero".

Pero y qué ocurre con los jóvenes que dan la vida pensando que lo hacen por una buena causa? Orzábal entra a este tópico desde la canción El año del cuchillo, Year of the Knife. Es un asunto de decisiones, pero el peligro es que la propia causa se vuelva parte del problema que se pretende resolver, porque lo que está en juego es el amor. Si nos volvemos piedra, no nos estamos alejando de la causa del amor? Como Mr. Jeckyll y Mr. Hyde, podemos convertirnos en lo opuesto a lo que pretendíamos. "Ves las montañas caer / sientes el fuego volverse frío / el verano pasa a invierno / y el amor se ha vuelto roca". Niños de guerra, cantaba en Chile Hugo Moraga.

Famous Last Words, las famosas últimas palabras, cierra el disco. Hemos dado muchas batallas, qué pasará al día siguiente: "decaeré / me derretiré en tus brazos / como el día encuentra la noche / nos sentaremos ante un candelabro / reiremos / cantaremos / cuando los santos entren marchando." La batalla del amor es una lucha, supone cambiar las condiciones externas, que nos marcan, pero también un cuestionamiento y transformación de nosotros en tanto agentes, personas. Los santos entrarán marchando, when the saints go marching in, si somos capaces de atravesar estos límites, externos e internos, y convertirnos en semilla que siembra amor.

Esto fue pensado, escrito y creado en 1989, año de la caída del muro, del supuesto triunfo del neoliberalismo. Pero la historia no termina ahí, la verdadera batalla, nuestra batalla recién ahí comienza: la lucha del amor, de la vida por sobre la cultura de la muerte y del dinero que se creen señores de lo humano y lo divino.

Está en nosotros para la muerte lenta a la que nos conduce el Mercado sin límites, que cambia amor por lucro, que moviliza la compasión pero bajo el sello de un cuenta bancaria, para sacar unas monedas bajo el rostro sonriente del personaje televisivo que se cree Cristo, pero que no solo no está dispuesto a andar en burro, sino que jamás apoyaría un aumento progresivo de los impuestos a quienes tienen más para atender cotidianamente, en programas de largo plazo y permanentes, a personas en situación de pobreza o discapacidad. Durante una decena de horas están dispuestas a llorar a cambio del rating, pero no a sacrificar parte de su riqueza para que otros puedan disfrutar a diario de lo que para ellos ya es su norma cotidiana de millonarios. Y el que alguien señale que "bueno, es lo único que hay", solo demuestra nuestra desidia para hacer algo distinto. Si usted don Teletón quiere realmente ayudar coopere con el cambio de la mentalidad empresarial que discrimina a los portadores de discpacidad: coopere para abrir oportunidades laborales, libre tránsito en un ciudad diseñada no para las personas sino para los automóviles, y tantas cosas más que cabría hacer que concentrarlo todo en una campaña de junta de dinero. Coopere mostrando el valor activo de las personas, y no los cristallice solo en su conidición de víctimas que reproduce las relaciones de dominación.

Dar hasta que duela, convocaba Alberto Hurtado y tantos otros, pero no para generar ganancias en base a la compasión, sino como una apertura amorosa al otro. Y curiosamente un cantante popero como Roland Orzabal en un disco como el que comentamos lo tiene muy claro: el problema del amor es en definitiva un problema político, del ser en común, y no desde la mirada del sufrimiento del otro -que es ya mi propio sufrimiento como humanidad- en un escaparate por un par de horas televisivamente coordinadas.

Lovepower, el poder del amor. Nunca del dinero.

2 comentarios:

Sita kathacoil dijo...

Querido Manuel

Seguire tu recomendación, te lo aseguro.
Por mi parte, espero que te encuentres bien junto a tu gente.
Te dejo miles de buenaventuranzas, y que tengas un muy buen fin de semana.

Querido Manuel, te abraza Katha.

Pola dijo...

Eres malo de maldad absoluta! jajaja pasa que recién recordaba la última vez que vi a alguien y ese día perdí ESE disco...claro que era cassette en mi caso :(