16 agosto 2007

Si tuviera un hijo, se llamaría Elvis


Si tuviera un hijo se llamaría Elvis. Sí, Elvis Guerrero. Y no porque fuera el Rey que murió hace 30 años. Sino porque para mí oir algunas cosas de él, en rigor muy pocas, es lo más cercano que he sentido al "sentimiento". Sentir el sentimiento. Eso era Elvis cuando no abandonaba sus raíces auténticas: sentimiento hecho voz.

Porque en el fondo Elvis siembre fue no más que un conductor de camiones de Memphis. Sin duda tenía una voz estupenda, pero carecía de completo instinto artístico. Cambió el mundo de la música comercial, pero seguramente no tenía idea de cómo ni porqué. Aunque se cuenta que a veces era perfeccionista en el estudio de grabación, era absolutamente inconsciente de la calidad del material que llegaba a sus manos.

Y es precisamente en los pésimos materiales que tal vez podamos dar con la clave -más allá de argumentos del tipo "marioneta del capitalismo en su fase imperialista, que lo utilizó para adormecer el instinto revolucionarios de las masas explotadas"- de su éxito. Si hay algo no se puede desmentir, es que en general era capaz de dotar de sensibilidad sexual, muy física, a cualquier tontera que se pusiera a cantar. Sensualidad que efectivamente antes de él era un patrimonio de la música afroamericana.

Me da la impresión que Elvis se permeó de tal forma de expresión en Memphis donde creció de cabro chico. Si bien por la sobreprotección de la madre es casi imposible que haya podido alguna vez entrar al mundo de la bohemia negra de Beale Street en Memphis, es claro que escuchó y recontra escuchó la radio desde el departamento de dos ambientes de su barrio bastante pobre. Rufus Thomas era quien seleccionaba la mùsica en la estación de radio local WDIA, y a partir de los 50' Howlin' Wolf tenía un show diario en otra radio de Memphis. Deltablues eléctrico, música country con Hank Williams y Bill Monroe, Muddy Waters cantando "Rolling Stone", Arthur Big Boy Crudups con "My Baby Left Me", Elmore James con "Dust My Boom", debe haber escuchado el casi adolescente Elvis.

BB King ha contado que se topó varias veces con el adolescente en el negocio de los hermanos Lansky, en Beale Street, donde vendían ropa colérica y vinilos. Su "descubridor", Sam Phillips, de hecho se movía por esos lares, porque era el productor de BBKing, Little Milton y Howlin' Wolf. Elvis mamó todo aquello, sin estudios, solo por gusto.

Su mérito, por tanto, es efectivamente que sin saberlo abrió al mundo de la mùsica comercial lo negro. Fue una especie de mediación blanca, y por lo tanto aceptable en una sociedad segregada, de aquella sensualidad y talento de lo afroamericano. Y esto no es poco. Lo llevó al público blanco, quienes se lo tragaron completo, con lo que abrió una oportunidad para que emergiera un tipo de música que estaba invisibilizada para las mayorías. En casi toda la producción discográfica de Elvis de los ciencuenta y principios de los sesenta está presenta la huella de lo negro, con los temas "Lawdy Miss Clawdy", "One Night", o "I Feel So Bad" y "Reconsider Baby". Después se fue al carajo, perdió simplemente el hilo conductor de lo que constituía su originalidad. A cada nueva película que hacía, más lejos se iba de Memphis, más ridículo se volvía, más pobre y banal era la música que interpretaba. Una basura.

Pero los milagros existen, en un programa de televisión de 1968 hizo un breve come back, cuando cantó "In the Ghetto" y "Suspicious Minds". Y a ello le siguió el fabuloso disco "Elvis from Memphis". El retorno al origen, de donde nunca debió haber salido. Vuelta a la tradición negra y blanca del sur. 1969 tiene la misma importancia que 1954, que es cuando el mundo supo que existía.

La grabación del disco se hizo en el Chips Momans American Studio, en el número 827 de Thomas Street, en un barrio negro. Los músicos del estudio, todos negros, estaban en el climax de sus carreras, acompañando desde a Neil Diamond y Dione Warwick, hasta soul con Joe Tex y Wilson Pickett. "Son of a preacher man", con la Dusty Springfield, del disco "Dusty in Memphis", también había salido del estudio de Moman. Y entonces llamó un asistente de Elvis para consultar si Moman estaba dispuesto a grabar, en su estudio y con sus músicos, un disco. Moman canceló una serie de grabaciones y junto a Elvis grabaron durante 12 noches seguidas unas 30 canciones. Más de la mitad no era de buena calidad, pero 12 de las mejores canciones quedaron en "From Elvis in Memphis".

Si oyen el disco, es como si Elvis quisiera tomar revancha de todos los años desperdiciados. Hay pasión nuevamente en su voz, como si nuevamente dependiera de sus auditores, de su aprobación. Se nota compromiso. Si bien no está presente en su voz la impaciencia de los años cincuenta, la displicencia del que canta con el hambre de querer conquistar el mundo de la época de Sun Records,
tenemos a un Elvis maduro, que viene de vuelta, con esperanza y desengaño. Una tensión entre un polo más cercano al gospel y otro de sexualidad explícita. Pero una tensión, sin resolución, sin exageración, aguantándola.

En el disco hay una mezcla de soul, blues y country, pero sin marcar fronteras claras entre los estilos. Elvis lo hace aquí, como en sus buenos tiempos, en forma inconsciente, relajada, como si no pensara en lo que se tiene entre manos. La elección de los temas, no obstante, es cuidada: "Any Day Now", que la había echo conocida Percy Sledge; "After Loving You", de Joe Henderson, donde el rockanrolle de los cincuenta se encuentra con el sonido mafioso del Memphis actual; un countrygospel de Dallas Fraziers "Wearin' That Loved on Look", y "I'm Movin On" de Hank Snows, con una cadencia total -con Gene Chrisman en la batería y Tommy Cogbills en las lìneas de bajo- que haría palidecer al propio Ray Charles. Luego "Long Black Limousine", grabado antes por la leyenda del country Rose Maddox, con unos bronces limpios, coro, riffs de guitarra, y una sección rìtmica maciza. Se nota que
es uno de los temas màs trabajados por Elvis y Moman.

Pero el disco simplemente se vuelve superior cuando Elvis canta una versión de "I'll Hold You In My Heart", un éxito antiguo de Eddy Arnolds. La canción es tremendamente sencilla, pero el tema se repite en forma hipnótica, con Elvis mismo al piano, dando órdenes sueltas quien sabe a quien, si a sus mùsicos, a los del estudio, a caso asì mismo, y va subiendo deintensidad hasta que estalla en puro sentimiento en el que las palabras pierden sentido. Elvis se pierde nuevamente en el sentimiento bruto, del chico adolescente que adoraba oir la radio para seguir a sus ìdolos de tez oscura, comprarse ropa de extraños colores, soñar con ser alguien como ellos, con su ùnico instrumento, la voz y el sentimiento a flor de piel. Un chico de Memphis, nada más. Puro sentimiento negro en un cuerpo blanco. O màs bien: puro sentimiento, sin atributos.

Dirán que estoy loco -no serán los primeros al respecto-. Pero si tuviera un hijo varón se llamaría Elvis. Elvis Guerrero. Por ese disco. Suspicious Minds. Aleluya.

3 comentarios:

Montserrat Nicolás dijo...

L-O-C-O de remate.

¿Elvis?

¿por un disco?

igual, lejos el mejor análisis que hemos leído...sobre su quehacer.

la nuestra la llamamos por tradición familiar y por una tal belleza que lanzó "thousand ships"...

o sea, ni tan lejos.

quiás ni tan loco. podrías ser costello.

XO, mr. mimo

PAZ TRAVERSO dijo...

Conoces a " DEAN REED " es la histora del Elvis ROJO.
Muy freak .
Miles de cariños

Carol Crisosto dijo...

CUANDO NIÑA ME LA PASABA VIENDO PELICULAS DE ELVIS.. ME ENCANTA TODAVIA HACERLO CARIÑOS CAROLA