19 agosto 2007

Benedetti y mis ochentas

Joe Rocker, un amigote virtual zappiano, amaneció hoy recomendando la lectura del libro La Tregua, de Mario Benedetti.
Y un torrente de recuerdos afloraron al oir el nombre de ese gran escritor uruguayo y además gran tipo.

Mi primer contacto con él debe ser el de muchos chilenos marcados por el contexto de lucha contra la dictadura de Pinochet en los ochenta: sus antologías poéticas "Inventario uno" e "Inventario dos". De hecho varios de sus poemas se volvieron
prácticamente himnos colectivos de la resistencia y rebeldía política, los que fueron musicalizados por diversos grupos desde la Nueva Trova, Nueva Canción Chilena, y también Rock Argentino más político.

Particularmente recuerdo un concierto en el Teatro Caupolicán de
Santiago en 1983 -año en que más protestas y paralizaciones populares
de extensión nacional hubo en Chile, prácticamente una mensual-, donde
cantó Juan Carlos Baglietto con una mezcla de músicos argentinos y
chilenos. También solía venir Sandra Mihainovich, León Gieco, Victor
Heredia. Todos ellos termiban sus conciertos cantando un poema de
Benedetti:
¿POR QUÉ CANTAMOS?

Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo es una cueva de ladrones
los aires ya no son los buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil

usted preguntará por qué cantamos

si nuestros bravos quedan sin abrazo
la patria se nos muere de tristeza
y el corazón del hombre se hace añicos
antes aún que explote la vergüenza

usted preguntará por qué cantamos

si estamos lejos como un horizonte
si allá quedaron árboles y cielo
si cada noche es siempre alguna ausencia
y cada despertar un desencuentro

usted preguntará por qué cantamos

cantamos porque el río está sonando
y cuando suena el río / suena el río
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino

cantamos por el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos

cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca
cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota

cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta

cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.

Eran verdaderas experiencias de catarsis sociales, luego de las cuales
nosotros los más jóvenes de entonces -yo tendría unos 13 años-
salíamos de los conciertos directo a la calle a rayar las paredes,
detener el tránsito, marchar un par de cuadras, mientras la mayoría nos acompañana con sus bocinas, los vecinos con sus "cacerolazos" metiendo bulla desde sus
balcones o patios de sus casas, recibiendo a nuestros heridos, y de
pronto todo el barrio quedaba a oscuras porque alguno para asegurar la huida o demostrar que "cuando suena el río es porque
suena el río" había lanzado una cadena al tendido eléctrico, provocando
otro apagón más en la ciudad. Y ahí, a tientas, la lucha se ponía más
cruda, porque se oían los balazos de la "repre", y el cielo se
encendía por segundos por las "molotov" que arrojaban los pobladores
(los pobres urbanos), los verdaderos luchadores por la libertad.

Al día siguiente, y hubo muchos días siguientes, nos enterábamos que
había "caído" algún compañero. La mayoría solíamos ser detenidos y
luego dejados en libertad, pues eramos demasiados y las comisarías no
nos podían contener. Pero supiste que cayó el Rodrigo, que los milicos
prendieron viva a la Carmen Gloria, que murió baleado Ronald Wood y el padre André Jarlan? Y vuelta a organizarse rápidamente, convocar a una
romería multitudinaria o casi íntima, no importando el "toque de
queda" (prohibición de salir a las calles a partir de determinada
hora), apoyar con dinero a las familias para que pudieran comprar un
cajón y un lugar para velar al muerto (casi siempre jóvenes), otro
ubicando un local, algún sindicato no clausurado, alguna iglesia si
los curas lo permitían. Y la gente, de rostros pobres en su mayoría,
comenzaba a llegar en masa a despedir al caído, a prometer que no
sería en vano, a acompañarse entre desconocidos para asegurar que no
muriera la esperanza, que el dolor sería acompañado de esperanza y más
organización y más unidad.

Entonces alguien leía en el entierro -como mi querida amiga Francesca, que la apodamos "la ventanita"- otro poema de Benedetti:
PIEDRITAS EN LA VENTANA

De vez en cuando la alegría
tira piedritas contra mi ventana
quiere avisarme que esta ahí esperando
pero me siento calmo
casi diría ecuánime
voy a guardar la angustia en un escondite
y luego a tenderme la cara al techo
que es una posición gallarda y cómoda
para filtrar noticias y creerlas
quien sabe donde quedan mis próximas huellas
ni cuando mi historia va a ser computada
quien sabe que consejos voy a inventar aun
y que atajo hallare para no seguirlos
esta bien no jugare al desahucio
no tatuare el recuerdo con olvidos
mucho queda por decir y callar
y también quedan uvas para llenar la boca
esta bien me doy por persuadido
que la alegría no tire mas piedras
abriré la ventana.

Mi "base" del Colegio Latino en esos años se llamaba "Mario Benedetti".

Y cuando me tocó a mí que quien había "caído" resultó ser mi padre,
junto a un gran amigo de él, en el teatro una compañía estaba
interpretando la obra "Primavera con una esquina rota" de Mario
Benedetti. En ella actuaba uno de los grandes exponentes del teatro
chileno, don Roberto Parada, padre de José Manuel, junto a quien
secuestraron y asesinaron a mi padre. Le dieron la noticia en plena
función. Él la tomó con una calma y paciencia que debe provenir de
siglos de persistencia de quienes pelean por algún ideal, un aplomo de
glaciar, y continuó actuando como diciendo: "Acaban de
encontrar el cuerpo degollado de mi hijo en la vía pública, asesinado
por la dictadura. Pero la obra debe continuar, como debe continuar lo
que cada uno ha emprendido para que esto no siga igual".

Duros tiempos aquellos que por fortuna ya pasaron. Pero tal dureza
siempre fue llenada de contenido y de mucha ternura por los Benedetti,
Silvio Rodríguez, Baglietto, que los más jóvenes combinábamos con
Weather Report, Pat Metheny, Return to Forever, King Krimson, Pink
Floyd, Emerson Lake & Palmer, Hendrix y la Joplin, Henry Miller,
Cortázar, Bob Marley & The Wailers, Soda Stereo y los Twist y Enanitos
Verdes, los eternos Los Jaivas, Jethro Tull, Scarlatti, Fernando Sor y
Gaspar Sanz, The police y el primer disco de Sting, mucho Fassbinder y
Woody Allen. Y Zappa, altas dosis de Frank Zappa.

Un gran escritor y un gran tipo Benedetti.

Viva Uruguay!

4 comentarios:

Lena dijo...

Manuel,
Yo conozco la dictadura pero solamente desde afuera, y los caidos siempre eran los companieros de mis padres y los padres de mis amigos, nunca mi generacion. O sea a pesar de ser de tu edad mi experiencia de la dictadura fue completamente diferente pero eso si...la musica que los acompaniaba a ustedes en Chile nos acompaniaba a nosotros en Cuba...
saludos,
Lena

Pola dijo...

Qué increíble sincronía.
Hace pocos días un amigo pidió a todos los amigos que le enviaran poesías de regalo de cumpleaños...y la poesía de las canciones para mí era a protagonista de siempre, pero busqué en mi alma y encontré aquella del botija, que también un día alguien musicalizó. Recuerdo que la tocaban en los especiales del domingo a la noche en la Umbral y cada vez que la oía, lloraba con la misma pena.

Los conciertos nos daban coraje, y los congresos de la jota nos largaban a la calle con taquicardia por la emoción de saber que éramos muchos los que sentíamos igual.
La música nos sostuvo bastante opino.

Benedetti es grande y humilde como los más grandes, lo fui a escuchar el año 94 en la Feria del Libro cuando esperaba a mi primer hijo y autografió el "Despistes y Franquezas", genial desde el título en adelante...mientras explicaba que él sólo era un contador que se dedicaba a escribir.

Y sí, recuerdo la referencia de la obra de teatro y cómo continuó, todavía me para los pelos pensar en eso.

Joe el Misterioso dijo...

Por suerte siempre habra poetas y musicos para seguir en la lucha y abrirnos las orejas y la mente.

A pesar de todas las dictaduras...

Marce Mercado dijo...

Como soy una izquierdista pop... primero conocí, como a los 14 la canción...y como , además...y como el viejo Marx, soy ratón de Biblioteca...legué al Libro...

Benedetti era puro romance para mí en ese entonces...porque la dictadura desgraciada dio para todo...incluso para vivir las más hermosos Historias de Amor jamás contadas

Gracias por el paseo...

Besos

Marce