19 noviembre 2005

El dolor de Francisco Javier Cuadra

En su discurso de despedida al cargo de Rector de una conocida universidad privada chilena, el otrora vocero de la dictadura militar, Francisco Javier Cuadra, inscribió su experiencia de renuncia a su posición directiva al interior de una virtual tragedia griega. En dicha narración, Cuadra se autoerige como héroe incomprendido, como víctima de las circunstancias, como un Prometeo encadenado por la furia de quienes no están a su altura de hombre excepcional, pero humano, demasiado humano.

Así, en un par de frases diligentemente difundidas por los principales medios de comunicación del país, el heraldo de la dictadura transformó las legítimas demandas del cuerpo académico y los estudiantes de la Universidad Diego Portales, que exigieron la cesación del ejercicio de su cargo por su vinculación confesa con el encubrimiento de crímenes de lesa humanidad, en un rito revanchista, a través del cual se descargan las culpas colectivas sobre "un inocente en medio de clamores de venganza y de la búsqueda de purificación a través del sacrificio de uno de sus miembros".

Por los diarios y la televisión pudimos ver a un Francisco Javier Cuadra dolido, comprensivo, empático. De la misma boca que en la segunda mitad de los años ochenta salieron repetidas palabras y mensajes que manipularon a la opinión pública, confundiéndola respecto de los verdaderos responsables de los crímenes que cometían agentes armados del Estado chileno contra connacionales indefensos, ahora afloraron contenidos de clamor por el reencuentro nacional, a través de la igualación de experiencias traumáticas: "Siento que quizás el temor, la angustia, la impotencia y el cerco de la discriminación y exclusión que he sentido en estos días por el trato que he recibido, pudieran ser espejo lejano pero hiriente del sufrimiento injusto que muchos padecieron durante el gobierno del que fui funcionario. Cambian los nombres y las circunstancias, pero el abuso humano es el mismo".

Debe ser un gran avance para la reconciliación nacional que un personero tan destacado de la dictadura se declare tan comprensivo con quienes vivieron el exterminio que él mismo fomentó, ayudó a implementar y amparó. Y quienes fuimos objeto de sus acciones y omisiones -hijos de prisioneros políticos, ejecutados y detenidos desaparecidos-, debiéramos sentirnos unidos a Francisco Javier Cuadra, por el lazo que otorga el compartir el mismo "temor", "angustia", "impotencia" y "sufrimiento injusto". Su causa, es su mensaje, es la nuestra, pues hay "equivalencia" e "igualdad de condición" en el dolor.

A fines del año 1984, cuando ya ejercías como ministro portavoz de la dictadura, el Ministerio del Interior decretó el Estado de Sitio -¿recuerdas, cancelación de las libertades civiles básicas, como libertad de reunión, de prensa, y un largo etcétera?-, y a mi casa llegaron, de noche, civiles armados buscando a papá. Tenía catorce años y me mostraron -aun lo conservo, por si la quieres para tu archivo de cultura clásica-, el decreto del Ministerio del Interior firmado por Sergio Onofre Jarpa, en el que dice, sin mayor preámbulo, que mi padre -profesor normalista-, debía ser arrestado, interrogado durante el tiempo que fuera necesario, y luego expulsado del país junto al dirigente opositor Jaime Insunza. Todo ello, eso dice el membrete, anombre del Presidente del República, de quien tú eras vocero. Mi padre en ese momento no estaba en casa y desde ese momento tuve que aprender a mentir acerca de su paradero. Esa misma noche mamá me pidió que rompiéramos y botáramos todas las cartas que papá nos había escrito alguna vez, con poemas y dibujos mágicos, y que hiciéramos desaparecer las fotos, pues esto ya les había ocurrido en 1976 cuando papá estuvo en manos del Comando Conjunto. Así es que hoy no conservo ninguna carta de papá y sólo tengo escasas fotos en las que aparezco junto a él. Papá se escondió, tuvo que dejar de dar clases en su liceo en Conchalí y no lo volví a ver, tras muchas semanas, hasta el año nuevo. En esa oportunidad llegó, de forma imprevista, al interior de la maletera de un auto para que no lo identificaran en la calle. Compartió con la familia un par de horas y luego se fue por un par de meses más. No hubo cargos en su contra, no hubo Tribunales de Justicia que lo ampararan, no pudo ejercer sus derechos.

En marzo de 1985, tú seguías en el equipo político en La Moneda, el Gobierno levantó el Estado de Sitio. Ello permitió que papá pudiera volver a trabajar, pues supongo que no creerás que el "oro de Moscú" nos mantenía alimentados a mi hermana y a mí, y que eran los "cubanos" los que pagaban el gas para el calefón de casa o mis clases de guitarra clásica en el conservatorio. Durante meses comimos porotos, tomamos té y nos bañamos muchas veces con agua fría. Pero, disculpa, todo eso es muy menor a lo que a te ha ocurrido, y muy poco helénico. Papá volvió a sus clases y a sus actividades de dirigente gremial, hasta que -supongo no lo habrás olvidado, pues seguías de vocero de Gobierno- lo secuestraron de las puertas de mi colegio y al día siguiente apareció degollado con su cuerpo torturado. ¿Y qué dijiste a la opinión pública? Lo mismo que en el caso del Pepe Carrasco: purgas entre comunistas. ¿Recuerdas al general Mendoza? Si trabajaste para y con él. Bueno, fueron Carabineros y agentes civiles de la Dicomcar los que nos hicieron todo esto.

Pero, Francisco Javier, te comprendo, los académicos y estudiantes de la Universidad Diego Portales son equivalentes a los asesinos de mi padre. El trato que te han dado, escribir una carta firmada, debe ser muy doloroso. ¿Te enseño a redactar un recurso de amparo? ¿Te pongo en contacto con un psicólogo del Instituto Latinoamericano de Salud Mental y Derechos Humanos para que te ayuden a hacer el duelo? Ahora que tienes más tiempo, quizá podamos ir a terapia juntos.

17 comentarios:

wanglen dijo...

Agradecida de que hayas compartido tu sentimiento.
Pones en perspectiva todo el espectro nacional (no le da para alma ni espíritu)

Anónimo dijo...

Hola.
Te mando un abrazo.
Yoci

Anónimo dijo...

Bravo, muy bueno y oportuno...aunque sé que redactar esto también duele . Un abrazo. Laura

Anónimo dijo...

Manuel. Demoledor tu artículo. Espero que hechos como este, no se vuelvan hechos aislados, sino que constituyan importantes precedentes que traigan algo de aliento a los que tanto habéis sufrido. Hechos como este están cargados de simbolismo, por su significado de sanción moral y ¡espero! por su efecto contagioso sobre otros que no teniendo sanción judicial, tengan a lo menos, una moral. Es un escarmiento cívico y un signo de que la sociedad no está dispuesta a amparar la impunidad y el cinismo, y que ello sirva a lo menos, para atenuar en lo posible, el permanente desasosiego de los familiares de las víctimas, y para dejar arrinconados a los autores o colaboradores de tan inhumanos crímenes....El pasado, tarde o temprano, siempre vuelve.
Cariños,

Mónica

Anónimo dijo...

Manuel:
Junto con felicitarte por tu escrito, que ha logrado trasmitirme emoción, angustia y desazón,
me aflora la ira al contemplar tanta "cara dura" de los "patricios sin piedad" que siguen pululando impunemente en nuestra sociedad.
("cambalache" pareciera haber sido escrito observando al Chile de hoy...).

Un abrazo, desde Valparaíso,

ADOLFO

Anónimo dijo...

Manuel, me parece muy bien que hayas salido al escenario, hablando desde tu propia experiencia, eso le da mucha fuerza a tu voz

un abrazo
lelia

Anónimo dijo...

Grande culia'o ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡.
Cada día te acompaña más la palabra precisa.

Anónimo dijo...

bien.
Jorge

Anónimo dijo...

Don Manuel Guerrero: soy profesor de filosofía, realizo clases en dos colegios (en uno lo paso bien, en el otro no tanto) y hace poco que me llegan sus escritos (no sé porque cruce de direcciones).
Siempre me han impresionado los sucesos de mi niñez en relación a la dictadura que gobernaba en ella el país y sus habitantes. Es así, que su padre me es lamentablemente conocido. Además fue muerto el día que mi padre está de cumpleaños, y en esos años todo eso le dolía tanto que nunca habló del dolor de ver y pensar todo esa catástrofe (admiro a mi padre).
En el fondo creo (y es lo que me interesa decirle y es el principal contenido que creo debe pensar la filosofía hoy, si es que de algo sirve
aún) que lo que debemos pensar es como no se le da ni un milímetro a la posibilidad que toda esa barbarie vuelva a aflorar, yo realicé mi tesis en un pensador chileno basureado en los 60, 70 y los 80 por todos los sectores políticos, Jorge Millas.
Creo que él explica de una manera generosa como evitar la aparición de losdictadores y sus sostenedores y beneficiarios.
Quería decirle esto, espero entienda mi tono.

Anónimo dijo...

Querido Manuel, te saludo a la distancia.

He leido con satisfaccciòn y pesar la nota que hiciste sobre la salida de Cuadra.
Quiero puntualizar que en màs de una oportunidad he leìdo tus notas y que a veces no comparto su contenido, pero eso da lo mismo. Porque creo que no hablas desde el auotritarismo etico de la izquierda ortodoxa. En cambio, la que ahora has desarrollado me identifica plenamente no solo la agradezco y solidarizo totalmente con ella. No solo en cuanto a su tenor polìtico sino, por toda esa generaciòn que padecio la dictadura en duro y que hoy debe soportar cuanta manipulaciòn mediatica existe. Ademas me llega tu niñez y las cosas que a ti como tanto otros chilenos tuvieron que sobrellevar. Fue reconfortante leer la nota que tu enviaste.
te saludo con afecto, un abrazo mauro.

Anónimo dijo...

Querido Manuel, gracias por hacerme llegar estos mails que tanto valoro y por lo mismo reenvío a mis contactos. Con este último inevitablemente recordé tus catorce años (también mis trece). Me siento orgullosa de haber sido tu amiga, tengo líndísimos recuerdos de ti y me enternece saber que por ahí aún anda algún dibujo mío.
Con ganas de volver hacer algo hace tiempo, luego de tus primeros mails traté de tomar contacto con Amnistía, pero la verdad es que no me pescaron mucho. A ver si me guías. Por mi trabajo en la Defensoría Penal Pública creo que podría ayudar en algo.

Anónimo dijo...

Manuel, no creas que este personaje nos engaño alguna vez, o nos hizo creer sus absurdas mentiras, menos con esa cara de intelectual, aunque intelectuales también los hay en la derecha, no pesan y no se caracterizan precisamente por su credibilidad, aun con esas declaraciones que ha sacado sigue siendo lo que siempre ha sido un pobre hombre, al que su conciencia, que debe tener, le empezará a jugar buenas pasadas, para nosotros y es el develar toda esta gran mentira en la que nos debemos mover. Gracias nuevamente.

Afectuosamente.

Vicky

Anónimo dijo...

SOLILOQUIO PARA MANUEL

(A la memoria de Manuel Guerrero, asesinado)
Te llamo, como lo hace la muerte en el silencio,
Con los gritos quebrados por todos los abismos,
Con la esperanza que se quedó en las campanas,
Pobladora de la tiza que se precipita sin retorno.

Todo tenía que ser así, como en un mapamundi,
Con grados, rangos y memoria, antenas y rugidos,
Con dolores que sucumben adyacentes a los días
Y nacen como si volvieran de cercanos infiernos,
Con las mismas cicatrices azules que nos marcan
Y los nombres perdidos que se reconocen cantando.

Hubo, Manuel, un mundo de mensajeras blancas
Que tú custodiabas como a un primitivo legado
Y siempre tenías en las manos el punto exacto
De donde nacen mariposas, gorriones y ángeles,


Sin que brotaras con pesadumbre, como ahora,
En que llega este invierno infinito de injusticia
Por la justicia vendada que no sabe su nombre,
Que no puede volver, porque le sacaron los ojos,
Aunque cada mañana se junten en las esquinas
Las voces de los que jamás olvidan ni perdonan.

Pequeño hermano, hombre de orígenes gigantes,
Amigo de todas las esperanzas que crecen en el aire.

Por eso te dejamos inscrito en la madera elemental
Y ponemos tu nombre en cada rincón de la memoria.

Y aparecemos entre rondas y modalidades de pensar,
A implorarte que te encamines como los días íntegros,
Con idéntica sonrisa de manantial raso y transparente,
Con parecida ilusión o fábula trascendental de papel,
Con un diferente misterio depositado en los estantes,
Con el equivalente dolor con que nos azotó tu muerte.

Días llegarán, y tú lo sabes, entrañable hermano mío,
En que se sueñe y rememore con ciudades imposibles,
Inverosímiles quimeras de nieve unidas por el viento.

Habrá un día, sin reemplazo, que el honor del hombre,
Se establecerá nuevamente como habitante de la tierra,
Aunque corrijamos el discurso, el programa y el asedio,
Aunque inauguremos, de pronto, un nuevo diccionario,
Aunque el chubasco tenga otra terminología insurrecta,
Para desparramarse, raudo, por el planeta que espera.

Interiormente, muy adentro en el alma de la melancolía,
Cada uno de los semejantes seguirá siendo como eras:
Un antagonista tenaz que busca, incansable, la ternura,
Un bienhechor coordinado de todos los oasis de la tierra
E invencible depositario de sueños que se despliegan.

Anónimo dijo...

hola manuel

es muy triste lo que escribes.

pero no es sólo triste

saludos

natalia

Anónimo dijo...

...siempre lùcidas y vigorosas tus palabras...me acaba de llegar tu texto sobre la situaciòn del atribulado Fco Javier Cuadra.
cariños fraternos
Doris

Anónimo dijo...

Manuel:

Tu pluma aguda, tu ejemplo y tu claridad se van haciendo cada vez más necesarias.
Quiero que sepas que cada vez que nos toca leer alguno de tus escritos aquí en Calama, somos varios los que quedamos impactados y nos sentimos uno, con tus palabras.
Te digo esto por si a veces dudaras del poder de la palabra. Sigue escribiendo, sigue interviniendo, sigue dando lecciones de memoria, consecuencia y verdad.
Aquí también te escuchamos.
Un abrazo.

Adriana Goñi dijo...

Manuel, he recorrido a la inversa tus palabras...desde este hoy, marzo de 2016, navegando por aguas turbulenyas que me traen tus recuerdos de niño, de joven y de hoy... y a tu padre, a tu hermana, niños ambos incrustados en mis afectos, en mi memoria y en mi proyecto de hacer visibles-audibles las voces de los hijxs.

Tus palabras reinvindican el derecho inalienable a decidir, a actuar, a escoger caminos y a cambiar las veces que sea necesario de posiciones, puntos de vista de acuerdo a nuestra ética y a las estrategias que cada momento histórico nos plantea.

Con el respeto que tu padre, el mío y el de ellos me meredce, somos otros. No ellos.

Con todo mi afecto

Adriana