La muerte es parte de la vida. Nos cuesta, como hijos -por imposición- de la cultura occidental, acogerla sin sentir pena, vacío, culpa tal vez, ante su aparición siempre intempestiva. Pero es parte de ella, no hay nada malo en ella. Sí las eventuales condiciones materiales de existencia u organización social que llevan a que personas disfruten o padezcan calidad de vida distintas, y por ende, esperanza de vida diferentes. Pero la muerte en sí -es mi opinión- no es mala moralmente. Es parte de nuestra condición finita, que de hecho nos define como seres humanos -la mortalidad-, la precariedad, la bella fragilidad que nos constituye.
Sería absurdo celebrar la muerte como un acontecimiento esperado y provocarla. No dañar es un principio que, creo, compartimos todos. Evitar dolor es un imperativo. Pero cuando la muerte ha llegado a un ser querido creo debemos celebrar la vida de quien ha concluido un ciclo, en paz. Agradecidos de haber tenido la oportunidad de compartir la existencia juntos.
Es lo que me ocurre con Paco de Lucía. En este caso en mi calidad de simple auditor, admirador, aprendiz de guitarra y música. Desde esa cercanía-distancia de quien no compartió directamente con él, pero que sí me sentí rozado por su talento, entrega, compromiso, dulzura, persistencia, trabajo, magia. Lo mismo que con Spinetta y el Gato Alquinta. Son personas que forman parte de mi cotidiano, cuyas creaciones están en mi piel, enlazadas a momentos, a recuerdos, a búsquedas, a reposo, rebelión, amor, dolor, esperanza. Agradezco su existencia.
Que descanses en paz Paco de Lucía. Gracias por la guitarra flamenca innovada. Por incorporar el bajo eléctrico y el cajón. Por hacer el cruce hacia el jazz. Por no perder las raíces al tiempo que atreverte a extender, romper y abrir nuevos horizontes. Invención y herencia. Memoria y futuro abierto en presente. Gracias por dejarnos tu música y ejemplo. Por compartirte. Hasta siempre. Gracias miles. Viva Paco de Lucía y el flamenco. Viva la música!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario