14 septiembre 2011

Mauricio Tolosa responde a Tironi: Carta a un joven estudiante [de un viejo manipulador]

por Mauricio Tolosa //

La columna de Eugenio Tironi, en El Mercurio, es un texto desafortunado. Esto suele suceder cuando las piezas de propaganda (personal, ideológica o empresarial) se denominan carta.  Cuando uno escucha esa palabra en un título, hay que parar la oreja y leer con cuidado, porque  lo que viene tiene licencias de la razón y la emoción.

Tironi, comienza su texto validando su sabiduría intelectual, escudándose en Margaret Mead, “una de las mayores antropólogas de todos los tiempos”. La usa para justificar las próximas líneas de su carta, donde defiende que el actual conflicto en torno al modelo educativo y político es un conflicto generacional, casi natural y propio de nuestra condición de homo sapiens.

Margaret Mead, defensora y promotora de la diversidad cultural y de la igualdad, a propósito del mundo intelectual determinista y pesimista dijo: Nunca duden que un pequeño grupo de ciudadanos lúcidos y comprometidos puede cambiar el mundo. En realidad son los únicos que lo han hecho. Margaret Mead innovadora y rupturista, en su vida y en la investigación, probablemente, sufriría viéndose utilizada para validar esta carta.

Molesta la manipulación de Tironi, porque con más sutileza y persuasión, sigue los pasos de su socio ideológico, José Joaquín Brunner, que calificó el movimiento de “infantilismo revolucionario”, y los de su colega, Fernando Villegas, que por otros medios también intentó desacreditar a los protagonistas del movimiento. Estos adultos, como en la oscura propaganda política, han intentado destruir a las personas/enemigo; no discutir, o conversar y construir a partir de la diferencia y la diversidad. (Esta defensa de la diversidad que era una de las banderas de Margaret Mead)

Continúa la carta de Tironi, fustigando a estos jóvenes inmaduros y egoístas. En esta parte de su pieza, recuerda a las generaciones de los ochenta, y cita a Alejandro Zambra (otro guiño progre): “al observar a los adultos escuchando en la radio las noticias de allanamientos y de muertos, los niños entendíamos, súbitamente, que no éramos tan importantes”. […a diferencia de ustedes que lo han tenido todo…]
Finalmente para terminar su carta en tono paternal y comprensivo, se atribuye la representación de los “adultos del país”, de TODOS los adultos del país.  “Podemos comprenderlos y apoyarlos, pero no nos pidan que nos pleguemos a vuestros planteamientos. Somos adultos, no jóvenes, y como tales estamos condenados a actuar hasta el fin de nuestros días. Por el bien de todos, incluyendo el vuestro.”  Es obvio que Tironi sabe que no representa a todos los adultos, entonces ¿Cuál es su nosotros? ¿Qué sistema defiende sin explcitar?

Decepciona esta manipulación de Tironi. El conflicto que estamos viviendo es profundo y delicado requiere generosidad e inteligencia. Apertura y escucha fina de los argumentos y las narrativas. Tironi fue unos de los constructores de una narrativa difícil y compleja que validó el pacto Concertación/Alianza por veinte años, con todos sus avances y pendientes.  Sería positivo escucharlo contribuyendo lúcidamente a la solución. Las descalificaciones, más o menos vociferantes o inteligentes, profundizan las distancias.

Hoy, más que pedirle madurez al movimiento estudiantil, hay que pedirle madurez y respeto a un sector del mundo adulto que no quiere escuchar, que no quiere ceder y que en lugar de aprovechar  el movimiento modernizador, humanizador e incluyente, se aferra a su obra, con una ceguera sólo superada por su ego.

FUENTE: Sitio Cero

Eugenio Tironi
Martes 13 de Septiembre de 2011
Carta a un joven estudiante



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Han salido a las calles. Han puesto en riesgo su año escolar. Han colocado sobre la mesa cuestiones que los adultos ya habíamos encasillado en el sagrario de lo indisputable. No han tenido reparos en tachar muchos aspectos del pasado como "un fracaso colosal". Tampoco para proclamar "que debe existir un sistema mejor y que deben encontrarlo". Ni impugnar el paradigma del "cambio ordenado, evolutivo". O rebelarse ante la perspectiva de ser una "generación repetitiva".

Margaret Mead, una de las mayores antropólogas de todos los tiempos, escribió en 1969 un libro en el que intentaba comprender qué estaba detrás de todo eso, presente en los movimientos estudiantiles que sacudían a los países desarrollados. Empleó para ello lo que había aprendido de las sociedades primitivas. En la base de todo, concluyó, estaba la ruptura generacional. Ese quiebre cultural que se produce cuando se vuelve transparente que las nuevas generaciones "nunca experimentarán lo que hemos experimentado nosotros, y nosotros nunca podremos experimentar" lo que ellas están viviendo.

Esto es lo que está pasando en Chile. Ustedes nunca vivieron ni vivirán lo que nos tocó a nosotros. El desplome de un mundo. La culpa. El miedo. Las crisis salvajes. La adaptación. Y todas las postergaciones y humillaciones a las que obliga la construcción de un orden colectivo capaz de actuar como dique ante la violencia y la miseria.

Las generaciones que vinieron después de la mía lo vivieron de otro modo. Alejandro Zambra (1975), en sus "Formas de volver a casa", comenta que al observar a los adultos escuchando en la radio las noticias de allanamientos y de muertos, "los niños entendíamos, súbitamente, que no éramos tan importantes". Ustedes no han sido todo lo que hubiesen deseado, pero han sido más importantes; mucho más.

Nosotros, a nuestra vez, nunca experimentamos lo que están experimentando ustedes. No vivimos en un país con este nivel de vida y de oportunidades. No dispusimos del horizonte cultural que abre la escolaridad que ustedes poseen, y para qué decir internet. No tuvimos a nuestro alcance una adolescencia tan prolongada, y las consiguientes posibilidades para la rebeldía. En otras palabras, nosotros nunca fuimos tan jóvenes como lo son ustedes.

Están en su derecho a ser críticos ante este sistema. Él es nuestro, no de ustedes. No serían jóvenes si no lo cuestionaran. Dicho esto, deben saber lo que sentimos.

Por un lado nos da orgullo verlos, pues confirma que nuestros sacrificios no fueron en balde. Por el otro, estamos desconcertados y algo asustados. No comprendemos lo qué está pasando, ni a qué conduce. Nuestro mapa cognitivo se quedó obsoleto. Guardamos la ilusión de que las cosas volverán a la "normalidad", que "retomarán su rumbo". Pero, ¿si lo que se está abriendo es una nueva época, en la que ya no somos más los protagonistas?

Les ofrecemos ensanchar las puertas para acceder al sistema, y nos expresan que quieren revisar sus fundamentos. Les proponemos aumentar la cantidad, y nos retrucan que desean hablar sobre el sentido. Les argumentamos desde la racionalidad, y nos responden desde la moralidad. Son totalmente inmunes a nuestro relato.
Sentimos haber perdido autoridad. Rechazan nuestra memoria, nuestros tabúes, nuestros modelos. Como dice Mead, se rebelan a mirar "el futuro como una prolongación del pasado". Nuestra experiencia, por ende, no es un referente a seguir.

Podemos comprenderlos y apoyarlos, pero no nos pidan que nos pleguemos a vuestros planteamientos. Somos adultos, no jóvenes, y como tales estamos condenados a actuar hasta el fin de nuestros días. Por el bien de todos, incluyendo el vuestro.

Fuente: El Mercurio

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que podría responder el comentarista que critica en forma tan despótica la columna de Eugenio Tironi en siguientes preguntas:
1,-Fracaso colosal.
2.-Generación repetitiva.
3. Incapacidad de sobre salir sin ayuda
4.-La violencia, insolencia, grosería,hurto,flojera
5,-Las oportunidades
6.-Infantilismo sin frenos
7.-Libertad o libertinaje
8.-Respeto a los padres,autoridades, a sus pares
9,-Drogadicción
10.-Derechos...........