Efectivamente: Con admiración, respeto y cariño les digo a la juventud movilizada por los cambios necesarios en la educación, no pesquen a los viejos culiaos, pues no importa oh! El cambio real, de innovación creativa y radical no vendrá de esos cerebros burocratizados, estériles, muertos en vida, que se aferran a lo dado y no ven lo que, en forma maciza, la realidad les grita a la cara: es tiempo de evolucionar y revolucionar.
El cambio educativo tendremos que impulsarlo desde el trabajo comunitario, en cada espacio de interacción. Y ojo: ninguna micro quemada -ya sea montaje o real-, logrará tampoco la transformación requerida en lo educativo.
Hace falta desatar las fuerzas productivas y creativas, estallar la estrechez de corazón y mente, y esa potencia sí la tienen los movimientos sociales y la ciudadanía activa, si es que se dedica, en forma reflexiva y práctica, a salir de la denuncia y la demanda, y pasamos al ejercicio del poder creativo. Nada ni nadie puede detener esa avalancha.
Hay que abrirnos a lo que ya está en acto, dispersar y democratizar el poder hoy pasa por ser capaces, desde nuestros perfiles híbridos, digitales y analógicos, de traducir conocimiento de una comunidad a otra, generando valor al momento de conectar esos conocimientos diversos. Tomarse la calle y tomarse la red, pero también los espacios educativos, desde comunidades de aprendizaje diverso: trabajo estudiantes/profes/padresymadres/trabajadores/vecinos/intelectuales/artistas. Lograr una conectividad creativa que haga añicos el actual modelo educacional, pero desde la gestión de OTRA educación, que crea lo real de modo distinto, arribando a una realidad otra (que ya está latente).
Pasar de la protesta a un aprendizaje aumentado, social, compartido. El conocimiento comunitario, de código y acceso abierto, no requiere de certificados ni títulos. Tenemos que cambiar el modo de producir(nos), distribuir y consumir.
Creatividad, conexión, interacción. Toma, mezcla, recrea. Nada puede parar el flujo del trabajo vivo. La vida busca la vida, subámonos a esa ola creativa. A trabajar (y a jugar, que esto de hacer la revolución es gozoso!).
Abrazos, Manuel.
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